Finalmente, tras varios días viviendo únicamente en el Templo de los Okami y tantas conversaciones que tuvo con su Dios ya era consciente de que todo estaba preparado por ese ser superior, al cual Haru le confiaría su mismísima vida.

Esos días aparte de preguntas, dudas y conversaciones con Okami las dedicó a entrenar contra los muros del Templo, estos eran bastante fuertes y aunque le costó varias horas controlar su fuerza no pudo evitar dejar algunas marcas en las paredes las cuales arreglaba cuando tenía tiempo a base de conocimientos de su Clan. 

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Cuando ya pasó el tiempo corto de un mes sintió un aviso, las montañas que nunca se había atrevido a pisar por petición propia de su Padre ahora tuvo que visitarlas. Contaba la leyenda que ahí es donde vivían los Gigantes acompañados de sus Colosos, los cuales adoptaron tras convivir en ese lugar. Todo era extraño, sentía vibraciones en el suelo como si fuesen Terremotos de muy poco grado y que no afectarían al Bosque gravemente, aun así tuvo que ir hasta la entrada realmente enorme en las Montañas, más bien parecía un boquete hecho por un Misíl que una entrada creada por los Gigantes, aun así se aventuró siguiendo los estruendos que parecían ser origenes de las cuevas de la Montaña. Tras varias horas de caminata y perderse en un par de ocasiones captó el origen de aquello, era un ser de Piedra, y bastante grande a ser cierto, algo le dijo que ese ser era el Rey y el Guía de todos y cada uno de los Colosos antes de que se transformasen en los Juggernauts. 

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Haru: ¡Eh! ¿Porque estás armando tanto jaleo? ¿Que te esta haciendo golpear así los muros d....? 

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No pudo seguir hablando, pues lo que realmente estaba viendo eran cadenas que parecían haberse roto y desde luego era reciente pues la Roca no estaba tan desgastada. La bestía Colosal al principio no fue consciente aunque cuando se dio la vuelta y vio al Okami su rostro se fue llenando de Ira hasta soltar un rugido y fue corriendo hacía el pasando sus puños por ambos costados de la cueva pues sus brazos fueron absorviendo toda la Roca que tocaba para fortalecer sus puños en un gran golpe que fue directo hacía el Okami, por fortuna pudo esquivarlo en el último segundo. 

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Haru: Cadenas rotas...El Jefe de los Colosos furioso...Ya veo, así que esto es obra de Caos y ahora al tenerlo en mi interior cree que soy su enemigo...

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El moreno tragó saliva a decir verdad algo asustado y intentó proporcionarle unos cuantos golpes directos a partes distintas de su cuerpo, pero sin ningún resultado, la armadura era demasiado gruesa y resistente, pues vio una tontería utilizar su forma que Okami le otorgó, pues realmente era el momento de utilizar el Poder que había absorbido semanas atrás.

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Haru: Aparece... ¡Caos! 

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Y tal como le llamó el cuerpo del moreno fue cambiando hasta hacerlo aparecer con una fusión junto con Caos. 

El cabello de volvió más largo, aparecieron colmillos que sobresalían de sus labios, se encontraba casi desnudo si no llegase a ser por la prenda que se formó bajo su cintura, parecía una falda bastante ancha y larga a decir verdad, en sus puños aparecieron grilletes que serían los encargados de desatar la verdadera fuerza de sus puños al desprenderse de ellos junto a las cadenas.

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Haru: Es hora de utilizar esto... 

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Dio un rugido bastante grande y dijo aquellas palabras que sonaron bastante graves por la nueva forma del Okami. 

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Reeve, el Coloso de Piedra, al ver a su mayor acérrimo enemigo una sonrisa apareció en su rostro Rocoso y cargó con sus puños contra el. La batalla se extendió unos segundos más donde algunas Rocas de Reeve se desprendieron de su cuerpo por grietas y Caos fue recibiendo algunos golpes que le arrancaron alguna que otra cadena de las que estaban en su cuerpo. Tan solo un último golpe que propinó sobre la cabeza de Reeve hizo que se desestabilizara al hacer una enorme brecha en esa zona, de la mano de Caos aparecía un poco de humo pues ese golpe le costó uno de los brazaletes, sino sería imposible acabar con su armadura inquebrantable. 

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Tal como pasó con el Berserker, Caos volvió a su forma natural, de la cual ahora se mostraba un Haru convencida, sin pensarselo dos veces colocó su mano sobre la gran brecha que había abierto en el Coloso y acabó por desaparecer, hasta que incluso la misma sensación de vigorosidad ahora invadía de nuevo el cuerpo del Okami.

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Haru: Lo tengo. Reeve es mío...La fortaleza ahora habita en mi.